Estás en lo cierto si crees que la ansiedad se trata de una compañera dificil pero también sabrás que es una experiencia que viven personas de las más variadas culturas y sociedades. Si nos detenemos a observarla y explorar cómo se presenta podrás también descurbir que está llena de significado.
La ansiedad es esa sensación incómoda que se cuela en el pecho, acelera la respiración y llena la mente de “¿y si…?”. Tal vez te suene familiar. Es como ese invitado que llega sin aviso, se sienta en el sillón y aunque luches para que se vaya, no quiere irse.
Pensá en esto: ¿cuántas veces la ansiedad te llevó a evitar algo que realmente querías? Tal vez rechazaste una oportunidad porque el “qué pasará” era demasiado abrumador, o tal vez preferiste quedarte en tu zona de confort para evitar enfrentarte a esa sensación incómoda.
Desde el enfoque contextual hay 4 puntos claves para cambiar tu relación con la ansiedad. ¿Cómo?
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Aceptarla, no combatirla
La ansiedad es como una ola: mientras más luchás contra ella, más fuerte parece. Pero si aprendés a surfearla, podés seguir avanzando hacia donde querés ir. No se trata de resignarte, sino de reconocer que esa sensación puede acompañarte sin detenerte. -
Reconectar con tus valores
Cuando la ansiedad aparece, es porque algo importante está en juego. Preguntate: ¿Qué me importa tanto que esta sensación se activó? Tal vez es el miedo a fracasar en un proyecto, pero eso solo ocurre porque ese proyecto realmente importa. Usá esa señal como una brújula para reconectar con tus valores y con lo que querés construir. -
Tomar acción, a pesar del miedo
La ansiedad no desaparece antes de dar un paso; muchas veces, disminuye cuando ya estás en movimiento. Ese primer paso puede ser pequeño: una llamada, una conversación o simplemente reconocer la incomodidad. Lo importante es que esté alineado con lo que te importa. -
Hacer espacio para las emociones
La psicología contextual nos enseña a dejar espacio para lo que sentimos, incluso si es incómodo. ¿Qué pasaría si dejás de luchar contra la ansiedad y, en cambio, le das un lugar? Podés decirte: “Hola, ansiedad, te veo. No me gusta que estés acá, pero no voy a dejar que me detengas en hacer esto que es tan importante para mi”.
💡 Reflexionemos juntas/os:
La ansiedad no tiene que ser un obstáculo insuperable. Es una señal de que estás viva, de que te importa lo que estás haciendo, y aunque puede incomodar, no tiene que definir tus pasos.
En terapia podríamos crear un espacio de conexión con vos misma/o para observar ¿Cómo te relacionás con tu ansiedad? y poner en práctica esos pasos que podrías dar hoy, incluso con ella como compañera y comenzar a convivir de una manera más liviana y plena.