La ansiedad no siempre se presenta de forma obvia. A veces, no es el corazón acelerado o el sudor en las manos lo que llama tu atención. Puede disfrazarse como cansancio constante, irritabilidad o una sensación de estar atrapada en tu propia cabeza. Entonces, ¿cómo saber si lo que estás sintiendo es ansiedad?  Desde el enfoque contextual, no se trata solo de qué estás sintiendo, sino de cómo eso afecta tu vida.

Primero identificá los síntomas que pertenecen a la ansiedad

Se puede experimentar de formas muy diferentes, pueden presentarse síntomas corporales, cognitivos, emocionales o en tus comportamientos. Muchos de estos síntomas también pueden ser respuestas normales a situaciones de estrés esperables en la vida por lo que debes observar la frecuncia y la intensidad de dichas señales. Para registrarlas con mayor detenimiento podés realizar en 3 minutos la autovaloración de síntomas de ansiedad para determinar qué sintomas tienes hoy y poder identificar  tu nivel de ansiedad. 

Luego explorá cómo está afectando tu día a día

La ansiedad, más que una emoción en sí, puede ser una forma de funcionar que actúa como barrera y te aleja de lo que realmente importa. Buscá un lápiz y un papel y responde a estas preguntas para identificar cómo puede estar impactando tu vida.

  1. ¿Te cuesta concentrarte en lo que estás haciendo porque tu mente está llena de “qué pasará si…”?
    La ansiedad se alimenta de escenarios futuros. Te atrapa en el “y si” constante: ¿y si fracaso? ¿y si no soy suficiente? ¿y si todo sale mal?. De esta manera te aleja de tu presente y puedes detener tus acciones para planificar y sobrepensar situaciones hipotéticas que no están sucediendo Hoy. 

  2. ¿Evitás hacer cosas que realmente valorás por miedo a sentirte incómoda/o?
    Tal vez querés hablar con alguien, postularte a un trabajo o tomar una decisión importante, pero algo te frena. Esa barrera, muchas veces, es la ansiedad queriendo protegerte del riesgo, incluso cuando ese riesgo vale la pena.

  3. ¿Tus síntomas afectan tu día a día?

    Te cuesta dormir, alimentarte, relacionarte con otros, concentrarte para trabajar o sentís que tu energía se va en manejar ese malestar.

  4. ¿Sentís que evitás enfrentar ciertas emociones porque son demasiado intensas?
    La ansiedad suele aparecer cuando tratamos de evitar sentir miedo, tristeza o incertidumbre. Nos lleva a luchar contra esas emociones, cuando en realidad, darles un espacio y experimentarlas es parte de la experiencia humana.

  5. ¿Sentís que vivís “en modo alerta”?

    Tu mente está constantemente en escenarios futuros y amenazantes, como si intentaras anticipar todo para evitar errores o riesgos. Esto activa respuestas corporales y emocionales de defensa innesarias en el día a día.

¿Qué podes hacer si reconocés estas señales?

Si sentís que estas señales te resuenan, es posible aprender a convivir con la ansiedad de una manera más plena y compasiva. Desde el enfoque contextual, la idea no es eliminar la ansiedad, sino cambiar tu relación con ella. Te comparto 3 claves necesarias en este cambio.

Aceptá que la ansiedad está ahí: Reconocer que existe no significa que te guste, pero es el primer paso para dejar de luchar contra ella.

Identificá qué valor importante está en juego: Si la ansiedad aparece, suele ser porque algo te importa. Preguntate: ¿Qué estoy protegiendo o temiendo perder?

Dá pequeños pasos hacia lo que valorás: Aquí necesitarás de coraje. Aunque la ansiedad esté presente, cada pequeño paso en dirección a lo que es importante para vos tiene un impacto positivo.

💡 La ansiedad no tiene que detenerte.
Podés vivir una vida valiosa, incluso cuando la ansiedad aparece como compañera en el camino.

Si te gustaría trabajar en una relación diferente con la ansiedad en un espacio seguro y que pueda brindarte herramientas para este cambio, escribime y te acompaño.

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