¿Alguna vez te has preguntado por qué pensamos y para qué sirven realmente nuestros pensamientos? La capacidad de pensar es uno de los aspectos más fascinantes y complejos de la mente humana, pero a veces se vuelve un poco fastidioso.
El origen y la función de los pensamientos
Nuestros pensamientos son el resultado de millones de años de evolución. En esencia, son herramientas que nos han permitido adaptarnos al entorno y sobrevivir. A través de los pensamientos, podemos planificar, resolver problemas, aprender de la experiencia y anticiparnos a posibles amenazas.
Los pensamientos también cumplen una función social y emocional. Nos permiten reflexionar sobre nuestras relaciones, interpretar las emociones de los demás y dar significado a las experiencias que vivimos. Sin embargo, esta capacidad tan valiosa también tiene su lado oscuro: a veces, la mente genera pensamientos que no nos ayudan o incluso pueden convertirse en una fuente de sufrimiento.
Pensamientos útiles vs. pensamientos rumiativos
No todos los pensamientos son igual de funcionales. Algunos son prácticos y adaptativos, como recordar que debemos comprar alimentos o planificar un proyecto. Otros, en cambio, pueden ser intrusivos, como darle vueltas a una conversación pasada o anticipar catástrofes que probablemente nunca ocurran.
Cuando estos pensamientos intrusivos se vuelven repetitivos y nos atrapan en un ciclo constante de preocupación o autocrítica que nos domina, los denominamos rumiantes o rumiativos. La rumia es especialmente común en momentos de estrés o ansiedad, y aunque puede parecer que darle vueltas a un problema nos ayuda a encontrar soluciones, a menudo solo nos lleva a aumentar nuestra angustia emocional y paralizarnos en la mente.
Los pensamientos repetitivos no son ‘malos’, es una función natural de la mente para intentar resolver problemas o protegernos, como si fuera un modo de funcionamiento por default. Pero pueden afectarnos si nos aferramos demasiado a ellos, otorgandoles importancia como verdad irrefutable, y así llegar a impactar negativamente en nuestro bienestar emocional o guiar nuestras pasos por caminos desconectados de nuestros objetivos.
Una herramienta para frenar la rumia: La DEFUSIÓN
En psicología, a partir del estudio de prácticas contemplativas de culturas de oriente, se comenzaron a implementar terapias basadas en el mindfulness o atención plena para intervenir en la rumia y el resultado hasta ahora demuestra alta eficacia, una de las herramientas psicológicas centrales para la rumia es la DEFUSIÓN CONGNITIVA.
Este término hace referencia a la capacidad de observar nuestros pensamientos como lo que realmente son: eventos mentales, palabras o imágenes que aparecen en nuestra mente, en lugar de verdades absolutas o hechos. Imagina que tus pensamientos son como hojas que flotan en un río; en lugar de intentar agarrarlas, detenerlas o analizarlas, puedes observarlas pasar mientras sigues conectado al momento presente. Esta perspectiva ayuda a reducir el poder que esos pensamientos tienen sobre nosotros y a vivir con mayor calma.
Por ejemplo, en lugar de pensar “soy un fracaso” y tomar esta idea como una realidad, la defusión nos ayuda a dar un paso atrás y observar ese pensamiento desde la distancia: “Estoy teniendo el pensamiento de que soy un fracaso”. Este pequeño cambio en cómo nos relacionamos con nuestras ideas puede marcar una gran diferencia en nuestra salud mental, ya que reduce el poder que esos pensamientos tienen sobre nosotros.
La importancia de cultivar una relación saludable con nuestros pensamientos
Aprender a identificar y cuestionar nuestros pensamientos es una habilidad clave para el bienestar emocional. Esto no significa intentar controlar o eliminar los pensamientos negativos, sino desarrollar una relación más flexible y compasiva con ellos.
La próxima vez que un pensamiento difícil aparezca en tu mente, tómate un momento para practicar la defusión. Obsérvalo, nótalo y recuerda que no eres tus pensamientos; eres mucho más que ellos. Puedes imaginar que tus pensamientos son como hojas que flotan en un río: no necesitas detenerlos ni luchar contra ellos, simplemente obsérvalos pasar mientras te mantienes presente. Este simple ejercicio puede ser el primer paso hacia una vida más plena y con menos sufrimiento innecesario.
💭 Nuestros pensamientos tienen un propósito y una razón de ser, pero también podemos aprender a manejarlos de forma que no interfieran en nuestra calidad de vida. La próxima vez que te sientas atrapado en un bucle mental, recuerda que, aunque no podemos controlar qué pensamientos aparecen, sí podemos elegir cómo relacionarnos con ellos.
Si sientes que esta tarea es desafiante o necesitas apoyo para gestionar algunos pensamientos que te resultan angustiantes o difíciles, considera comenzar terapia psicológica. Un espacio terapéutico puede ayudarte a desarrollar estrategias adaptativas y a vivir con mayor equilibrio y bienestar. Escribíme y juntos podemos dar ese primer paso hacia tu bienestar emocional.